Hay momentos en el calendario deportivo que trascienden lo puramente deportivo, y la final de la Champions League es, sin duda, uno de ellos. Este partido no es solo la gran cita del fútbol europeo: es un espectáculo global que reúne a millones de personas frente a una pantalla, desde cualquier rincón del mundo.
Para las marcas, formar parte de este evento es mucho más que lograr visibilidad: es una oportunidad única de conectar emocionalmente con el público, reforzar su imagen de marca y obtener un retorno de inversión difícil de igualar. Por eso, cada año surgen nuevas campañas que buscan dejar huella en la memoria de los espectadores.
¿Qué tipo de audiencia impacta?
Lo interesante es que no solo llega al público habitual del fútbol. También lo sigue ese espectador más casual que se suma a reuniones familiares o eventos entre amigos, lo que amplía aún más el alcance. Marcas como Heineken, Pepsi o Mastercard han sabido aprovechar esta oportunidad, no solo como patrocinadores oficiales, sino también creando experiencias paralelas que refuerzan su vínculo con el evento.
Asociarse con valores universales
El deporte, y el fútbol en particular, transmite valores potentes: pasión, esfuerzo, superación, trabajo en equipo. Las marcas que se suman a la Champions no solo ganan visibilidad, sino que se ven reflejadas en esos valores, reforzando su imagen ante una audiencia que busca conexión e inspiración.
No es casual que compañías como Adidas o Nissan inviertan cifras millonarias en este escenario. El caso de Heineken es especialmente representativo: su vínculo con la Champions es tan fuerte que ya forma parte del imaginario colectivo, se asocia de forma casi automática.
Activaciones que dejan huella

Un patrocinio bien planteado va mucho más allá de mostrar un logo durante el partido o colocar una lona en el estadio. Las marcas tienen la posibilidad de generar experiencias memorables que conecten de verdad con el público.
Desde sorteos con experiencias exclusivas hasta acciones en la calle, todo suma. En 2019, por ejemplo, Pepsi organizó conciertos en la Puerta del Sol; y Mastercard llevó la emoción del fútbol a otro nivel, permitiendo a los fans tirar un penalti gracias a la realidad virtual. Son ejemplos de cómo una buena activación puede quedarse en la memoria mucho después del pitido final.
Posicionamiento exclusivo
Ser parte de un evento como la final de la Champions implica una inversión considerable, algo que no todas las marcas pueden asumir. Esa barrera de entrada refuerza su carácter exclusivo, posicionando a quienes están dentro como referentes de su sector.
Además, este tipo de patrocinio abre la puerta a alianzas estratégicas con otras grandes marcas, reforzando también su peso en el mercado B2B.
Ganar visibilidad y llegar más lejos
El impacto de este evento va mucho más allá del fútbol. Es una plataforma global que permite a las marcas proyectarse hacia nuevos mercados, conectar con perfiles diversos y aumentar su notoriedad de forma exponencial. En un solo movimiento, logran una visibilidad que en otras circunstancias tardarían años en alcanzar.
Una apuesta estratégica
Patrocinar la final de la Champions League no es solo una acción de marketing: es una jugada estratégica que combina visibilidad global, posicionamiento emocional y diferenciación frente a la competencia. En un entorno donde captar la atención del consumidor es cada vez más complejo, estar presente en uno de los mayores espectáculos del deporte europeo puede marcar la diferencia. Y muchas veces, lo hace.